La Guerra de Yom Kippur supuso en los países de occidente
una grave crisis económica. Esta Guerra, iniciada por Egipto y Siria contra
Israel, tiene su antecedente en los conflictos árabe-israelíes que se vinieron
dando durante los siglos XX y XXI. La historia de esto viene dada desde el
final de la Primera Guerra Mundial, cuando el Imperio otomano pierde el control
en Palestina, pasando al Reino Unido. En la Declaración de Balfour, Reino Unido
se posiciona a favor de formar un estado judío en territorio de Palestina, ya
que anteriormente, los judíos no gozaban de un asentamiento en el mundo (el
llamado exilio judío). El caso es, que Reino Unido obliga a Palestina a
entregar territorios para formar un nuevo estado: El Estado de Israel. Pronto
comenzarían las discrepancias.
En 1948, Israel, antes del fin del Mandato Británico de
Palestina, declara su independencia en la parte del territorio que les fue
otorgada en 1917. La alianza de países árabes invadió el nuevo Estado, y se
inició la guerra árabe-israelí de 1948.
Posteriormente, estallan más guerras con esta misma
tendencia a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, como la Guerra de Suez,
la Guerra de los Seis Días o la Guerra de Desgaste.
Pero en 1973 comienza la Guerra de Yom Kippur: Egipto y
Siria (como comentamos anteriormente), atacan a Israel durante una festividad
judía. Además, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética se posiciona a favor de
los Estados Árabes Unidos, y Estados Unidos a favor de Israel. La Guerra
comienza exactamente el 6 de octubre de 1973, y finaliza aproximadamente el 27
de octubre, firmándose la paz el 11 de noviembre.
Esta Guerra traería consigue una importante consecuencia.
Los países árabes decidieron dejar de suministrar petróleo a los aliados de
Israel para debilitarlos, ya que eran los principales productores de petróleo
del mundo. El barril de petróleo, que se situaba en 3 dólares el barril, subió
a 12 dólares, triplicándose. Estados Unidos estaba dispuesto a forzar a Israel
a una retirada del territorio que consiguió en la citada guerra. Esto supuso
una recesión en Estados Unidos, acompañada de la inflación, que continuó hasta
principio de los años 80.
¿Y en España?
¿Y en España?
Pero la pregunta es, ¿qué supuso para España?
Políticamente nos situamos en los últimos años del franquismo. España consume
de petróleo dos tercios de su energía total, ya que es dependiente de la
producción de petróleo. Además, la industria española también necesitaba el
petróleo debido a los procedimientos intensivos que realizaban. La crisis del
petróleo supuso en España el fin el crecimiento económico acaecido desde 1960.
El salir de la crisis fue difícil debido al clima de transición política que se
vivía, que hacía que los primeros años de la democracia el sistema fuera
inestable, y todas las miradas no se centrasen en subsanar la crisis.
La fuerte subida de los precios del petróleo supuso a las
empresas industriales españolas una contracción. En la sociedad, la inflación
aumentó, a la vez que el desequilibrio en los pagos. La inflación duró desde
1974 hasta 1984, y se puede comparar a la subida de precios de toda Europa. En
cambio, la tasa de paro sí que situaría en cabeza en Europa, llevando a 900.000
personas a buscar empleo.
La situación económica española era la de una crisis:
paro, estancamiento económico, gran inflación y endeudamiento exterior que
aumentaba. La inflación fue situada en un 20% y la deuda pública superó los
12.000 millones de dólares. La subida de precios también produjo una subida de
los salarios. Los precios, antes de 1973 estaban subiendo en un 9% anual.
Por tanto, a corto plazo se produjo en empobrecimiento de
la sociedad, ya que el dinero que se empleaba en esta se usaba ahora para
paliar la deuda pública.
¿Qué decisiones se tomó desde el mando de España?
No sólo la electricidad dependía del petróleo. Los
derivados del petróleo también aumentaron su precio, que se doblaron y se
produjo sobre la actividad económica una serie de repercusiones depresivas.
Ante esto, el Estado asumió parte del coste extra del petróleo, reduciendo los
impuestos del consumo de derivados. El Estado perdió un 35% haciendo esta
medida, mientras que a los españoles corrientes solo les aumentaba el precio un
20%.
Pero las depresiones en los demás países también
afectaron a España: los ingresos del turismo descendieron un 30% y las
exportaciones un 8%. La política española, llamada “acomodaticia”, continuó
después del fin de la dictadura franquista, y el resultado fue un retraso en el
proceso de ajuste a cambio de un desequilibrio de fondos mayor.